El presidente Javier Milei convocó a 20 gobernadores al Salón Eva Perón de la Casa Rosada para abrir un nuevo capítulo de diálogo con las provincias, en particular de cara al Presupuesto 2026 y a las reformas laboral, tributaria y del Código Penal.
Cada mandatario fue saludado uno por uno al iniciar el encuentro. Y no fue un saludo uniforme: mientras con algunos gobernadores Milei hubo gestos de mayor calidez —un abrazo, una palmada, incluso un beso—, con otros el contacto fue más formal: únicamente un apretón de manos, sin mayor efusión.
Uno de los saludos más destacados fue el del gobernador Rogelio Frigerio (Entre Ríos), con quien el presidente fue efusivo: le dijo “¡Qué hacés Roger!”, lo abrazó y le dio palmadas en la espalda. Por el contrario, con otros mandatarios el saludo fue más sobrio.
El detalle del momento con el saludo del gobernador de Catamarca, Raúl Jalil este intentó una cercanía mayor (dar un abrazo) y el presidente se limitó únicamente al apretón de manos. Un gesto diferenciado que podrían reflejar afinidades distintas.
Si aceptamos que el presidente estaba calibrando alianzas con gobernadores de “diálogo” (es decir, dispuestos al consenso, al menos públicamente) y al mismo tiempo mostrando quiénes son los “más amigos” o “más alineados”, entonces el saludo a Jalil (mano pero sin abrazo) podría interpretarse como un reconocimiento formal del vínculo –pero sin el aval más íntimo o la marca de confianza plena. Quizás una advertencia: «Estoy abierto a trabajar, pero no estás aún en el círculo de mayor cercanía».
Por supuesto, esto no significa necesariamente que haya algo personal o hostil entre Milei y Jalil: puede ser simplemente una cuestión de protocolo, tiempos, dinámica de la reunión, o método de selección de saludos. Pero en el escenario político argentino, los detalles importan.
En definitiva, la reunión buscaba demostrar apertura y acuerdo, pero los saludos diferenciados muestran que Milei está manejando una red de relaciones provinciales jerarquizada: unos “más adentro”, otros “en observación”. Esto puede complicar la construcción de consensos amplios a futuro, porque los gobernadores que sienten menos cercanía pueden interpretar esa distancia como falta de estima o un aviso de que “no estamos en el club”. Y justamente, la necesidad de los acuerdos provinciales es alta: fondos, coparticipación, obras, reformas.
Fuente: San Fernando Digital


			